Lo que los cristianos debemos entender es que la historia es la esfera de la gracia donde aparecen oportunidades inesperadas de encontrarle sentido a la vida y de crear estructuras sociales más humanas. El cristiano, por ética, no puede ver y vivir la miseria, la opresión, la injusticia, el desorden sin denunciarlo: pero no como pronunciamientos mediatizables, sino con acciones liberadoras.
Augusto Cotto García
No es fácil resumir una vida de 39 años en pocas letras, mucho menos cuando se
trata de una de
las personas que he amado con mayor intensidad: nació el 21 de octubre de 1941
en Jeréz, al cobijo del volcán "El Chingo", departamento de Jutiapa,
en Guatemala.
Fue amado, supo amar, supo poner el corazón en lo que amaba; aprendió muchos más
de lo que enseñaba; tuvo grandes temores y gigantes esperanzas; se gozó de
todo lo que pudo y lloró sin escatimar ninguna lágrima.
A manos llenas y con todas sus fuerzas tomó cualquier trocito de esperanza que
la vida le brindó. Optó decididamente por tener siempre un espacio en el corazón
para todo el que se cruzara en su camino.
Un día como hoy, 17 de septiembre nos sirve para alzar la vista y ver el brillo
de su buena estrella, mostrándonos que aún después de veintidós años sigue
justo aquí: con todos los que le queremos.
A ustedes, mi familia, mis amigos, mis hermanos, quiero enviarles hoy un fuerte
abrazo donde quiera que se encuentren!
Augusto Cotto Castaneda (17 de septiembre de 2002)
Muy
Querido Augusto,
Púchica! Me has hecho retrotraer las memorias de los duros pero significativos
días en que creímos que el cielo se podía tocar con la mano. La historia
salvadoreña no sabe que perdió en lo mejor de su momento a un brillante
pastor, profesor, amigo, profeta, hermano y humilde luchador. La Iglesia evangélica,
dijo Augusto una vez, siempre llega tarde a su cita con la historia o se monta
en el ultimo vagón del carro de la historia. Cómo tenía tanta razón y sigue
siendo cierto hasta hoy, mucho me ha orientado ese mensaje desde aquellos días
del febrero del 72, para no caer en
las trampas de una teología de gracia barata y en lo que Augusto llamo la
antinomia del evangelio.
Debes saber Augusto que nunca he estado a su altura, pero su vida y la de Monseñor Romero marcan mi sobrevivencia en estas pesadas jornadas en que las utopías aparecen desgastadas o desteñidas. Sólo la Tais, tu pequeña hija, podría recordarnos la terquedad de la vida y la certeza de las esperanzas...
Salud a la memoria de Augusto, del Che, de Camilo Torres, de Luther King, de
Monseñor Romero y de aquellos jovencitos soñadores y mujeres que generosamente
entregaron su vida mirando de lejos un tiempo nuevo!
Nuestros
queridos hermanos Chavelita, Augusto, Dámaris, Gerardo y Carlos:
Nunca es fácil resumir una vida, por pequeña que sea. Mucho menos es fácil
resumir la vida de Augusto Cotto García. Y menos aún resumir la vida de
aquel que da su vida por sus amigos.
Porque nadie ama más que aquel que
entrega su vida -vivida con intensidad- y vivida hasta el punto de
entregar su vida total, es decir,
hasta la muerte por aquellos que soñaron con una
vida más justa, más humana y con mayor esperanza. Eso está escrito en
la Sagrada Escritura. Y de todo esto nos habló Aquel que
dió su vida por nosotros en la cruz que construyó el sistema injusto.
Me conmovió el día que Augusto Cotto Castaneda me dijera que visitó aquella
cafetería que, según me decía, todavía está frente a la Primera
Iglesia Bautista de San Salvador.
Allí conocí por primera vez a Augusto Cotto García
quien había venido desde Santa Ana -donde era pastor de la Primera
Iglesia Bautista de esa ciudad-
para escuchar algo sobre Iglesia y Sociedad.
Desde entonces,
Augusto, nacido en Jeréz, a quien aprendimos a amar mucho
por su lucidez amorosa y por su amor lúcido con que se entregó a los
demás. En esa cafetería me
dí cuenta que ya había nacido un camino de fe y de
esperanza basado en el amor, pero que -como todo camino de fe y de
esperanza- condujo a la cruz y también a la muerte, entrega y privilegio
que solo personas que toman serio a
Jesús pueden aceptar. En esa
cafetería también nació la
gratitud de tener como amigo y compañero de sueños que
juntos tuvimos por un mundo mejor para nuestros pueblos.
Por eso
compartimos con ustedes las reflexiones que Augusto nos envía y las
hermosas fotos que distribuyó. Esas
fotos son el testimonio de que personas como
Augusto Cotto García pueden aparecer en la historia de nuestros pueblos
sufrientes, personas cuya vida dan ruta, dan esperanza y dan fe.
Esto nos hace pensar de que
en este mundo de la globalización, existe el calibre de
ser humano y de ser cristiano y existe históricamente porque el "Señor
de la mies" levanta aquellos hijos de los pueblos sufridos que
saben amar a su pueblo y nunca lo
traicionan.
Ayer, 17 de setiembre debe quedar como testimonio de que ese ser amado que
ustedes aprendieron a amar con intensidad, nosotros también lo amamos y mucha
gente lo aman y lo recuerdan y viven en la esperanza de que otros se
levanten con el mismo brillo que nos dejó esa estrella.
Un abrazo de parte de Alicia y mios Chavelita, amiga y compañera de estos
caminos de liberación. Un abrazo Augusto, el hijo mayor tan esperado y
tan amado, que nos llena de alegría
cuando nos visita y nos hace recordar tiempos
que pasaron y compromisos y miedos que sentimos, riesgos, dolor y
amargura. Un abrazo Gerardo que nos llenó de alegría cenar a las tres
de la mañana con tus amigos que
expresan con el canto la esperanza de nuestros
pueblos. Un abrazo Carlos, el más pequeño de los varones -que no me
perdono haberte
"olvidado" como parte de la familia- pero que ahora, al ver tu foto
que en algùn momento nos mostró Augusto, ya eres todo un hombre. Un
abrazo Dámaris, la princesa de
Augusto, tu recordado padre. A todos y todas
enviamos nuestro saludo solidario, porque ustedes son el testimonio de
que la esperanza de un mundo mejor
está en la agenda de las nuevas generaciones
que puedan lograr lo que nosotros no pudimos lograr.
Posiblemente
ustedes también lloren como nosotros lloramos, pero como dijo
un poeta inglés, gracias a aquellos que no tienen esperanza, es que
nosotros tenemos esperanza. O como
lo dice la Sagrada Escritura con mayor propiedad:
No os ha venido prueba alguna que no pueda ser llevada, porque El dio
junto con la prueba la salida para que podamos soportar.
Las nuevas generaciones son la esperanza que el Señor levanta para redimir
su mundo. Celebremos este día porque ni Dios, ni la fe, ni la
esperanza, ni el amor han muerto.
Jacinto y Alicia (18 de septiembre de 2002)
¡¡Muchas
gracias Augusto por lo que nos has compartido!!
Es
verdad, el trajín de la rutina suele hacer que nos olvidemos de asuntos
importantes: fue el 17 de septiembre de hace 22 años.
Recordé
en este momento el Acto Ecuménico que a finales de septiembre del 80 le
organizamos en la capilla anglicana de la Comunidad Teológica. En tal ocasión
sugerí la lectura de un poema de Roque, cuyo título no recuerdo en este
momento, que empieza precisamente con el verso "Finaliza septiembre..."
que parecía como que Roque lo hubiera escrito para la ocasión.
Ante
esta oportunidad, por favor: un abrazo profundo de gratitud a tu mamá, a tí, a
Carlos, Dámaris y Gerardo, por haber sido partícipes directos en la edificación
del testimonio que Don Augusto Cotto nos ilustró a muchos.
En
solidaridad,
Samuel
Lobato
Augusto:
Muchas
gracias por el elocuente In Memoriam.
Plenamente
identificado contigo en esta pausa por uno de nuestros mártires. "Ninguno
tiene más amor que el que da su vida por sus amigos", dijo Jesús.
Y,
como pocos, Augusto dio crédito a este imperativo. Gracias a Dios.
Róger Velásquez Valle
Todo
lo que dices de tu padre y mi pastor es verdad. Parece que fue ayer que lo vi la
ultima vez en mi oficina en la casa de madera vieja de la Asociación Bautista
de El Salvador. El era el mismo pastor que varios años antes, cuando tu
eras muy pequeño, despedimos en Santa Ana con rumbo a México, D. F.
Como
deseara poner un puñado de flores sobre su tumba. La única esperanza que
me llena es que un día en gloria le veré y sobre todo verte a ti en esas
esferas que ya has escalado.
Un
abrazo para Chabelita y para toda la familia mis saludos cariñosos.
René
Cedillos
Gracias
hermano por compartir parte de tu historia (que hace mucho tiempo dejó de ser
solo tuya).
Solo
recuerdo cuando leí un periódico "Por la causa proletaria" en
octubre de 1980, con el informe de la muerte de Augusto Cotto y Ernesto Jovel,
en medio del mar territorial de Panamá.
Pero
me parece que al conocerte (ya ni recuerdo con exactitud cuando fue, solo sé
que en medio de la guerra, esos detalles no contaban mucho, sino la calidad de
cada compañera o compañero), ha sido como conocer a tu padre, de quien
solamente he escuchado anécdotas e historias que los demás que le conocieron,
de vez en cuando comparten.
Así
que, como cantó alguna vez Alí Primera, ..."los que mueren por
la vida, no pueden llamarse muertos..."
Y
hoy en día, tenemos suficientes razones para continuar caminando por la brecha
que Augusto Cotto padre; abrió para muchos, de los que todavía tenemos la
idea, la testaruda idea, que la vida no debe ser una cadena de sucesos sin
trascender a otros que nos necesitan y que nos enseñan día a día; sino que la
vida es para contribuir a modificar el mundo lleno de inequidad e injusticia.
Saludos,
Rolando
González, Tito
Gracias
por compartir tu chingona carta a la memoria de tu jefe, así como los
pensamientos que anotas. Hace dos años aproximadamente, nos enviaste casi
las mismas fotografías y las conservo de manera muy especial en mi archivo
personal.
Tu
correo, es una buena muestra de sistematización familiar e histórica,
alrededor de un ser entrañable y del proceso de la historia que le toco vivir y
construir.
Que
nos queda a quienes nos compartes tu correo: seguir tu ejemplo, escribiendo
sobre nuestras familias y del proceso histórico en el cual participamos. Hace
poco mas de un año, coincidíamos con Nayo, en que ahora si sentíamos la
necesidad y las condiciones de escribir algunas reflexiones sobre nuestra
participación en el proyecto del cual fuimos parte. La muerte de Polín y tu
correo, me motivan a ello.
Saludos
a tu familia y los amigos en común.
Carlos
Tabares
Bien,
creo que la memoria de tu padre, nos marca el tiempo de encontrarnos
personalmente. Cualquier tarde de estas me encontraras en el nuevo local. Donde
algún día haremos una exposición-conversatorio sobre Augusto.
Carlos
Henríquez Consalvi
Estimado
Augusto:
Gracias
por permitirme compartir este día y estas fotografías tan importantes de su
vida.
Esto
nos da fuerza para seguir caminando y abriendo camino para cambiar cada día
nuestras vidas y por tanto algo del mundo. La esperanza y la fe del cambio son
la eternidad, las personas somos sujetos para que la esperanza y la fe no se
debiliten.
Gracias nuevamente, su amiga,
Sandra
Rivera Flores
Cottico:
¡Cuánto
te agradezco tu mensaje recordando a quien más que mi amigo era mi hermano! Las
fotos me han conmovido profundamente y experimento de nuevo el dolor que nos
causó, no sólo a mí sino también a todos los que le conocieron, su trágica
y prematura muerte. Hace tiempo que no sé de tu hermana. No recuerdo si yo le
debo carta o ella a mí.
Aquí
en mi escritorio entre las muchas fotos que tengo de familiares y amigos hay una
de ellas con tu hijita, de modo que cada vez que me siento a trabajar la tengo
frente a mí. En otro lugar de mi oficina otra de tu padre. Y cuando voy al
Centro (a la imprenta) que lleva su nombre y que establecimos Dora y yo, y ahora
la dirige Carlos Piedra veo una gran foto suya que está en un lugar bien
visible. Conservo muchas fotos en uno de mis escritorios de toda la familia. De
modo que no es extraño que buscando algún documento les vea de nuevo a todos.
Me pongo a repasar cada una de ellas. Esto es cosa de viejo, pero me gusta
verlos a todos, incluyendo a tu mamá.
Mucho
nos alegró poder verla y estar con ella, tanto Nacyra como yo, cuando estuvo en
Cuba.
Termino
por ahora. Expresa a toda la familia cuánto le amamos.
Nacyra
y Sergio Arce